Empezó un nuevo grupo. Todos tuvimos miedos: los pequeños a que sus papás no volvieran, los papás a cómo se adaptarían sus hijo-as a la nueva situación y a las profesoras y las profesoras al nuevo grupo, a cómo sería, a si podríamos ser capaces de volver a empezar e incluso a si terminaríamos queriéndolos como a los del grupo anterior… Un sinfín de dudas que tuvimos que resolver sin demora, sin ansiedad, con profesionalidad y con la seguridad de que todo marcharía bien y, sobre todo, con mucha, mucha paciencia.
Durante estas dos o tres primeras semanas hemos fomentado la interacción con el entorno y el conocimiento entre los pequeños, pero también ha sido fundamental organizar las rutinas cotidianas desde el primer momento. Ellos necesitan un ritmo establecido que debe repetirse todos los días de la misma forma y en la misma franja horaria. Ese funcionamiento les ha dado seguridad y, por tanto, tranquilidad.
Nos hemos dedicado a actividades sencillas y lúdicas, como cantar, jugar y potenciar la expresión oral y las hemos realizado de forma repetitiva para que se fijaran en cómo hacerlas, se animaran a participar y fueran adquiriendo conocimientos y hábitos.
Hemos empezado otra vez y podemos decir que estamos adaptados y que nos espera un magnífico camino para crecer juntos. Ellos descubriendo cada día cosas nuevas y nosotras aprendiendo y disfrutando a su lado. Bienvenidos a la escuela.