Creo en la educación

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martes, 23 de abril de 2013

Comienza la andadura de nuestra Biblioteca




Aunque corran malos tiempos para la Lírica y vivamos inmersos en lo audiovisual, aunque una imagen valga “más que mil palabras”, no podemos olvidar el poder liberador de la palabra, el placer de la literatura y el don de la imaginación para “despertar así el alma dormida”.


“Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
-¡Ay! –pensé-, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”

Con esta intención empezamos la andadura de nuestra biblioteca. Y al hablar de la biblioteca o del rincón de lectura me refiero a un ambiente íntimo. A un espacio diferente al resto del lugar; un ambiente a escala de los niños y de las niñas. Un rincón suyo, que les pertenezca, con sus libros y estanterías, cojines y mantas, con sus dibujos y sus escritos, cómodo, sereno y atractivo. Un rincón en el que descubran el gusto por la lectura, por las letras, por las palabras, que les permita hablar de sus emociones y en el que puedan vivir los libros con imaginación y entusiasmo.




Padres y educadores sabemos que si todos nos implicamos en animar a la lectura a nuestros pequeños, saldremos con creatividad y con la palabra de esta crisis de valores que nos envuelve hoy, y como decía Rodari, “no para que todos seamos artistas, sino para que nadie sea esclavo”.  
Os convoco a hacer todos juntos el  firme propósito  de no permitirnos que sea la tele y lo audiovisual lo que nos quite, ese  momento mágico, único e irrepetible, de abrir un libro cada noche con nuestros hijos y sumergirnos en la magia de las palabras, como bien alude la revista “Infancia”. 


“Son muchos los beneficios que a nuestro mundo de pequeños aportó el cuento. No sólo la transmisión de la literatura oral, sino también  el acercamiento a nuestros mayores, la adquisición de hábitos de atención, el desarrollo de la imaginación y, como no, el despertar del espíritu ante la percepción de lo verdaderamente bello.
El mundo de nuestras hijas e hijos ya no está rodeado de esos personajes fantásticos que podrían aparecer en los momentos más inoportunos. Hoy pretendemos mantenerlos a nuestro lado, reclamándoles que no molesten, comprándoles la mayoría de las veces su silencio por algunos gramos de chucherías, o con otras presiones menos agradables privándolos de esa parte mágica que nosotros, los de generaciones anteriores, tuvimos la suerte de vivir en nuestra infancia.

Necesitamos volver a recuperar el mundo de la fantasía que los niños y las niñas requieren, esos cuentos contados alrededor de la mesa, ese paseo interminable tirando de una criatura cansada que vamos distrayendo con mil y una historias. Esas comidas llenas de risas y buen humor en la que un tenedor respondón la habla al plato. Esos ratos de coche en que los kilómetros, sin darnos cuenta, son disipados por miles de canciones, adivinanzas, veo-veo, repitiendo las canciones que los pequeños aprenden en la esuela, charlando o inventando que “nos trae el barco cargado de”
Pongamos en nuestras hijas e hijos la paciencia infinita que con nosotros tuvieron nuestros mayores, la sapiencia transmitida de padres a hijos, sobre como dar un poco de azúcar a la píldora amarga que la vida, por fuerza, nos obliga a tragarnos, con mucha, pero con mucha, fantasía.
No permitamos que sea la tele la que nos quite ese  momento afectivo y único de compartir el crecimiento de nuestros pequeños, sorprendiéndonos ante sus palabras, su imaginación, sabiendo así como reaccionan ante los miedos y estando allí para recuperar juntos la risa tan necesaria.
Abramos cada noche el cuento para seguir siempre con una maravillosa tradición que se ha perpetuado desde hace milenios y que nosotros estamos a punto de perder. Sin olvidar que con ese placer de escuchar, viene el sentirse protagonista de ese acto único e irrepetible, que determinará tantos momentos futuros, de abrir un libro y sumergirnos juntos en la magia de las palabras.”

Hoy 23 de abril y para celebrar con vosotros el día del libro, abrimos las puertas a ese rincón mágico donde podremos encontrar el devenir de nuestra historia, de nuestro nuevo mundo, de nuestra esperanza. BIENVENIDOS  a la Biblioteca “Don Librín” y no olvidemos nunca que “el que sabe leer bien sabe vivir bien”.



FELIZ DÍA DEL LIBRO.

1 comentario:

Daniela dijo...

Carmen, cuantas verdades en estas palabras y cuanta felicidad en esos rostros al escuchar un cuento, una historia, un relato...
No ha de ser para nosotros como padres o madres un deber; si nuestro amor por la lectura es limitado, será mejor contarle al niño o niña una de nuestras aventuras infantiles, alguna costumbre familiar o una anécdota del día, a que el pequeño/a perciba (son los más listos a la hora de percibir) que es la obligación la que nos mueve. La narración si tiene algún deber este será siempre el del placer.
Sólo de esa forma se consiguen amantes de la palabra, oral o escrita y este amor va más allá de los tiempos.
¡Se ven hermosos/as en su biblioteca de aula!